martes, 16 de octubre de 2012

北京 - Pekín (IV) y (V)


Día IV

Todavía noté el dolor de pies cuando me desperté el viernes. Después del “palizón” del día anterior, pese a que nos levantamos un poco más tarde, sobre las 9 más o menos, el cansancio ya pesaba sobre las rodillas al poner un pie en el suelo. Sin embargo, teníamos un día nuevo por delante en Pekín y dos cosas por hacer que, yo sinceramente, me moría de ganas de visitar.

Nuestra primera parada era el PALACIO DE VERANO (颐和园). Antes de nada, decirle a la persona responsable de traducir este nombre, que se lo ha sacado de la manga como un campeón, porque en chino no pone nada ni de palacio, ni de verano. Es algo así como el “Jardín de la Paz y la Armonía”. No estoy seguro, pero creo que el nombre viene porque la Emperatriz Cixi, que fue la encargada de ordenar su construcción, lo usaba como residencia en la temporada estival.

Una vez cogimos algo para desayunar (esta vez me compré una especie de crep con una galleta, huevo y salsa de ajo = caloría pura, pero perfecto para dar energía ya que iba a ser un día duro), miramos la parada de metro, y partimos hacia allá, bajo un día soleado que embellecía la ciudad.
Desayuno a tope de calorías para empezar el día.

En cuanto salimos del metro, llegar al Palacio de Verano no fue nada complicado. Aunque te podía llevar una especie de carro/moto por un módico precio, si caminabas y los seguías podías llegar andando en poco más de 10 minutos. Además, una gran muchedumbre de gente también caminaba en esa dirección, así que no resultó ningún tipo de problema.

Al llegar al recinto, de nuevo vimos que miles y miles de chinos poblaban el lugar. Gente aquí y allá con cámaras, chinas vestidas con tacones en un recinto bastante montañoso (WTF¿?), niños recién nacidos, abuelos y abuelas impedidos que casi los tenían que cargar porque no se valían por sí mismos… Crueldad y estupidez, en algunos casos, en estado puro.

Pagamos la entrada esta vez sin descuento por ser estudiantes (60 yuanes = 7,5€) que incluía no sólo la entrada al Palacio, sino también la visita a otros 4 lugares dentro del mismo recinto. La entrada más cara de todas las que pagamos en Pekín, pero VALE LA PENA pagarlos. Con la entrada podías adquirir también un mapa enorme con todo lo que se puede ver en el Palacio y que puede ser usado también como un bonito recuerdo, porque está muy bien hecho y los dibujos son preciosos.

A posteriori, puedo confesaros, sin ningún tipo de tapujo, que el Palacio fue el lugar que más me gustó visitar y recorrer de todos los que vi durante los 5 días que estuve en Pekín (#SOYFAN). No sé exactamente qué fue, si la distribución, la mezcla de estilos, el buen tiempo, el ambiente que se respiraba en el recinto… No lo puedo describir con palabras, pero si vais por Pekín y visitáis el Palacio, dedicad todo el tiempo posible en descubrir sus rincones y toda su belleza.



A partir del momento en que pusimos un pie en el Palacio nos dejamos llevar un poco por la belleza del lugar, ya que con el buen tiempo, las vistas ganaron muchos puntos. El palacio tiene muchos lugares dignos de mención, pero las atracciones principales del Palacio, desde mi punto de vista, son: el lago Kunming (que leímos que es ARTIFICAL), de tamaño inimaginable y por el que se puede navegar en unas barcas que se pueden alquilar, y la Colina de la Longevidad,  con la gran pagoda que sobresale entre la vegetación.

Después de hacernos las típicas fotos en los lugares más característicos, decidimos ver lo más importante y recorrer todo lo que pudiéramos siguiendo el mapa, pero era tan complicado que más de una vez nos perdimos y tuvimos que volver atrás, lo cual nos obligó a tener que volver a subir la montaña porque nos habíamos dejado cosas por ver. ¡Una paliza desmesurada! Vimos un montón de pagodas, de templos, de budas, de pasillos, barquitos navegando, chinos pegándose para ver las cosas…

Y como atracciones principales del Palacio:

·        vimos una sala con un lago con peces en el medio y gran cantidad de pagodas pequeñas y unos pasillos que rodeaban el lugar. Detuvimos nuestros pasos unos minutos para hacernos fotos chorras y descansar un poco


·        el maravilloso barrio de 苏州 = SuZhou, que es una copia en mini de la ciudad del sur de China a la que se la conoce como “la Venecia de China”, ya que tiene canales, góndolas y las tiendas están justo al lado del agua


·        la impresionante Pagoda del Buda Fragante, que cuenta con las mejores vistas de todo el recinto, con una estatua en el interior con un altar, rodeado de gran cantidad de pabellones decorados con figuritas y con una gran gama de colores


·        también fotografiamos y contemplamos el Barco de Mármol, que con el comienzo de la puesta de sol ganó belleza



·        recorrimos el Gran Corredor que es un pasillo que lo usaba la Emperatriz para caminar por el templo aunque hiciera mal tiempo, que mide unos 750 metros y con miles de pinturas e ilustraciones que representaban las 4 estaciones del año

·        algunos museos en los que había expuestos obras y reliquias

·        y a lo lejos, vimos el Puente de los Diecisiete Arcos, que conecta el palacio con una isla. Este puente no lo vimos de cerca ni lo anduvimos, primero, porque ya era tarde y nos teníamos que ir, y segundo, porque teníamos que andar un buen trozo para llegar y no podíamos más con nuestra alma.

Lo que tenía que ser una visita de unas 4 horas, se alargó hasta más de 6 horas, básicamente porque nos íbamos parando cada dos por tres a ver las cosas y, sobre todo, para descansar las piernas, que aún aquejaban el palizón de pasos que habíamos hecho los días anteriores.

Entre las anécdotas que vivimos en el parque tengo que destacar varias:

1.   Un sabor sospechoso. Durante todo el día, vimos a gente que nos vendía unos helados.
El envase era de color verde y por el dibujo, parecía como hojas de té. A Caterina le apeteció comprarse uno para probarlo. Cuando le dio el primer mordisco, puso una cara de esquifo (“asco” en italiano) bastante grande. Así que le pregunté de qué era el helado. Me dejó probarlo. Aún no puedo creer que los chinos se coman un helado con sabor a GUISANTE. ¡Puaaaaaaaaaaaaaj! ¡**** asco!

2.   El camino equivocado. Como he contado antes, era muy fácil perderse o equivocarse, sobre todo si querías verlo TODO. Sin embargo, nos confundimos y visitamos primero la Pagoda del Buda Fragante, antes del Barrio de Suzhou y lo que pasó fue que el final de la Pagoda daba al Gran Corredor, y el Barrio de Suzhou estaba justo en el otro lado, así que teníamos que volver a subir TODAS Y CADA UNA  de las escaleras que habíamos descendido tan alegremente, para volver a la Pagoda y luego seguir caminando hasta llegar hasta aquel lugar. Nos cansamos tanto, que tuvimos que hacer una parada en boxes de unos 15 minutos para recuperarnos.

3.   El sombrero de calidad dudosa. A Judit se le antojó comprarse un gorro de colores hecho de un material parecido al cartón para protegerse el sol.
Judit con su gorro.
Es un gorro curioso, porque es moldeable, es decir, dependiendo de cómo lo aprietes o le des la vuelta, puedes darle una forma u otra. Ya lo habíamos visto por Tianjin, pero ella se quedó con el gusanillo de comprárselo. Iba muy feliz con eso puesto en la cabeza, pero le duró más bien poco, ya que lo metió en la cartera, lo aplastó con unas bolsas sin querer y por la noche, al sacarlo, se dio cuenta de que ADIÓS GORRO. ¡Viva la calidad china!

4.   ¡Ganga!. Caminando por el precioso barrio de Suzhou, íbamos mirando las tiendas para ver si encontrábamos algún recuerdo o cualquier regalo bonito que pudiéramos adquirir allí, pero la mayoría de cosas eran algo caras, y regatear no nos iba a servir en ese caso. Sin embargo, cuando estábamos ya a punto de irnos, Laura nos viene y nos dice que había comprado un llavero en el que se pueden grabar nombres y frases como regalo por 10 yuanes (1,25€). Ya nos ves a Meri, a Caterina y a mí, caminando en dirección contraria (porque sólo estaba permitido caminar en sentido de las agujas del reloj), esquivando a la gente, para ir a la tienda a comprar ni que fuera uno. Yo cogí uno que tenía como forma de ánfora con un dragón, y decidí poner mi nombre en chino (马克), así que le escribí a la muchacha los caracteres en chino para que me los grabara. De repente, me lo devuelve y tenías más cosas escritas, y yo pensando “SERÁ MEMA, YA SE HA EQUIVOCADO”. Me empieza a explicar y yo indignadísimo, hasta que entendí que me había puesto la fecha y el nombre “Palacio de Verano” en chino para que fuera aún más bonito. Mini-punto para mi gran comprensión del chino en ese momento.

5.   Competición de fotos, 3r día. Por si os lo estáis preguntando, también iniciamos una competición para ver quién se hacía más fotos con chinos. Sin embargo, no tuvimos mucho éxito, ya que nos hicimos más bien pocas. O bueno, si nos las hicieron, no nos coscamos. Esto nos dejó un poco fríos, porque después del ritmo que cogimos los días anteriores, nos apetecía que los chinos se hicieran fotos con nosotros. En fin…

Tras salir del Palacio de Verano, paramos de camino en un McDonald’s (2 veces en 2 días, y eso que hacía un montón de tiempo que no iba a uno) que había al lado de la estación para coger algo para comer y de nuevo al metro, hacia nuestro siguiente destino al que ya habíamos ido: EL MERCADO DE LA SEDA.

Después de nuestro primer día, ya teníamos un poquito más claro qué queríamos y cuánto dinero nos podíamos gastar. Yo fui a comprarme otros zapatos que me hacían falta, ya que me traje pocos pares, unos más para salir y que fueran más buenos que las VANS del primer día, así que regateando un poco, (podía haber apretado más pero la tía no me dejaba), pude sacarme unas Converse de cuero negro por 150 yuanes (18€), también compré una camiseta de I (L) 北京 de color negra y algunas cosas de recuerdos. Quería comprarme una chaqueta gorda de esquiar para el invierno, pero quería esperarme a ver si la puedo conseguir por Tianjin, y a malas, volver un fin de semana más adelante, a ver si puedo conseguirla por buen precio.
我爱北京

Salimos todos cargados de bolsas llenas de cosas, los monederos vacíos, las piernas doloridas, la cabeza como un bombo, y con ganas de volver al hotel ¡por fin! para dormir.

Día V

El último día teníamos planeando en nuestra hoja de ruta visitar el TEMPLO DEL CIELO (天宫). El plan era perfecto, porque si lo visitábamos, habríamos visto todas las atracciones principales de la ciudad de Pekín, y sólo nos quedaría ir a la Gran Muralla, a las tumbas Ming y conocer Pekín de noche en Sanlitun (三里屯) o Wudakou (五大口). Era para estar orgullosos de nosotros mismos sobre todo teniendo en cuenta que sólo fuimos para 4 días. Habíamos recorrido muchísimos kilómetros. Hasta ahí todo bien. Pero había dos pequeños GRANDES problemas si lo visitábamos:

1.   La superficie del Templo del Cielo. Resulta que triplica la Ciudad Prohibida (para aquellos que no habéis estado, es un hueeeeeeeeeeevo de grande) lo cual quiere decir que no te la puedes recorrer en 2 horas ni mucho menos.

2.   El horario. Los jardines abrían a las 6 de la mañana, pero el templo a las 8. Lo cual quiere decir que no teníamos tiempo “real” de ver todo. El templo, que en realidad es lo más bonito, sí que podíamos, pero los jardines, aunque no todo, vale la pena perderse, descubrir sus rincones y explorar bien la zona; y teniendo en cuenta que teníamos que hacer el check-out del hotel entre las 11 y las 12 y la parada de metro no estaba nada cerca, no teníamos tiempo de visitarlo en condiciones.

Recordando ahora mismo el momento en el que planeamos la ruta, sinceramente creo que no estábamos en nuestros cabales, porque la idea de levantarse a las 5 de la mañana para estar allí a las 6 de la mañana era una **** LOCURA.

Así que el último día hicimos algo mucho más relajado: quedamos con Elsie, una chica de Pekín que conocí en la UAB el curso pasado y con la que hacía tándem chino-español-inglés 2 horas una vez por semana.
Lógica pekinesa
Los xibanyas fuimos a quedar con ella que nos llevó a una zona tradicional de tiendas, para después desembocar en un viejo barrio plagado de hutongs (
胡同) y que fue interesante recorrer para ver a los chinos cómo hacían vida en la misma calle, cómo eran sus casas y donde veías en un lado de la acera casas muy humildes con gente que sobrevive con lo mínimo posible, y justo enfrente, hay hoteles de lujo, grandes avenidas y centros comerciales.  


Tras 1 hora de paseo, nos despedimos de Elsie y volvimos al hotel para ir en busca de las maletas. Tras abandonar el hotel, nos dirigimos para el metro cargados como mulos en dirección “Estación Sud de Pekín”, para ir a coger el tren de vuelta a Tianjin otra vez.

La vuelta transcurrió sin ningún tipo de problema. En la estación comimos un poco, el tren fue rápido, sobre todo, porque me pasé 20 minutos jugando con Fiamma a la brisca (la muy perra me acabó ganando el cómputo global de partidas), la vuelta en bus también bien, a pesar de tener que ir de pie, menos Laura (¡perra!) y volver a entrar en el campus fue como un mezcla entre alivio y descanso.

Debo reconocer que me alegró volver a Tianjin. Fue un poco como volver a la “calma”. ¡Ya ves tú! No tiene nada de tranquilo, ni de calmado, pero fue como una sensación de “ya estoy en casa”. Me gustó esa sensación de entrar por la puerta de nuestra residencia, ver los peces nadando en la pecera muertos de asco como siempre, las caras mustias de los de recepción, el lobby con gente estudiando y charlando, la tienda, la habitación tal y como la dejé… Todo me hizo sentir cómodo y me di cuenta de que ya me siento bastante adaptado a mi nueva vida en tierras asiáticas, lo cual me hace sentir muy alegre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario