Empecemos por el principio. Let’s go to basics, que dirían en inglés. Tianjin es el punto de
partida, el lugar en el que empezamos a experimentar un poco qué es China, cómo
es y cómo son sus gentes.
Antes de nada, os voy a hacer un repaso general. Como ya
comenté en mi primera entrada, Tianjin es una de las ciudades más pobladas de
China con más de 4 millones de habitantes distribuidos en más de 11.000
kilómetros cuadrados. Está formada por 13 distritos y 3 condados. La industria representa
una de las mayores fuentes de ingresos, junto con el turismo, los servicios y
la vida estudiantil. No es una ciudad que se caracteriza principalmente por la
belleza de sus paisajes ni por su “magia”, pero puede llegar a tener su
encanto. Ahora mismo, no lo vemos por ningún lado, pero espero encontrarlo
algún día, a poder ser dentro de no mucho.
¡Vamos con las visitas!
El miércoles 29 de agosto decidimos visitar uno de los
lugares que no se pueden pasar por alto en esta ciudad. No hay muchos, pero no
puedes marcharte sin ir.
Este lugar se llama “Parque del Agua” (水上公园). Tras la mala experiencia
del taxi del primer día, optamos por el autobús: más barato y un poco más
seguro, aunque aquí el concepto “seguro” relacionado con el automovilismo y las
carreteras, creo que no lo tienen. Pero es lo que hay… Tuvimos que caminar un
poco más bajo el cielo contaminado, pero preferíamos eso que montarnos en un
taxi y arriesgar nuestra integridad física.
Uno de los edificios del parque |
Costó un poco encontrar el paseo que daba al parque, pero
lo vimos en seguida. Tengo que decir, que me encantó el lugar, pero viendo que
ahora el cielo sí es azul y está despejado, la calidad de las fotos y el
“encanto” del parque se perdieron por el camino.
Vista del lago y la ciudad desde el parque. |
El parque tenía como elemento principal un gran estanque
alrededor del cual se distribuía todo. Entramos por la puerta Este y fuimos
caminando y oteando un poco la zona. Al ir avanzando, fuimos descubriendo casas
de estilo chino, enfrente un largo porche que tenía pinturas en el techo y a la
derecha una entrada muy de dibujos animados. La gente se arremolinaba en el
porche para hablar, comer, jugar al mahjong,
bailar… Entre líneas se leía que era un sitio de reunión y ocio. Más hacia
el norte, había un parque de atracciones, incluso con montaña rusa y noria,
abierto todo el día.
No tenía todas las atracciones encendidas, pero había, por
ejemplo, los autos de choque y la que más triunfaba era una parecida al tutuki splask de Port Aventura, que
subía subía y después bajaba y mojaba al personal. Las entradas no eran tampoco
desorbitadas: la más cara valía 30 yuanes, es decir, menos de 4€
aproximadamente. La diferencia no es tanta, pero para entretenerse no está nada
mal.
La noria del parque de atracciones. |
Sin embargo, hubo una cosa que molestaba mucho más que la
contaminación: el calor. Era extremo: más de 30 grados más la humedad, que aquí
es especialmente alta. Nos hidratábamos como podíamos. Agua, abanicándonos con
papeles o, incluso, Laura se ponía agua en el tapón de la botella y se la
tiraba por la cabeza.
Seguimos con nuestro recorrido, y llegamos a una especie
de jardín botánico. Con unos estanques, en los que no se vislumbraba la
profundidad y llenos de flores y hojas, y para pasear entre ellos, otro porche
con pinturas. Caminando, llegamos a una torre a la que subimos y pudimos
contemplar las vistas. He estado a punto de escribir “maravillosas y
espectaculares”, pero debido a ya-sabéis-qué, no se podía ver bien. Y fue en
ese momento cuando vimos la luz.
Vistas desde la torre. |
Al mirar abajo, vimos que había como un riachuelo en el
que la gente se mojaba los pies y se refrescaba. Bajamos las escaleras de la
torre como si no hubiera mañana. Corriendo como desesperados: como unos
hambrientos a por su comida o como una maruja cuando abren las puertas del
Corte Inglés el primer día de rebajas. Allí nos quedamos unos buenos 15 minutos
mojándonos y refrescándonos la cocorota, mientras veíamos a algunos chinos subiéndose
por unas rocas en las que ponía en grande “PROHIBIDO TREPAR”, niños chapoteando
y familias pasando un buen rato.
Una vez volvimos a sentirnos frescos, continuamos nuestra
ruta y después de pasar por un puente y ver diferentes edificios chinos, llegamos
al zoo de Tianjin. En aquel punto, estábamos tan acalorados, hambrientos y
cansados, que no entramos; pero como ahora el cielo se ha despejado y vuelve a
ser azul, ya tenemos una excusa para volver. A ver qué nos encontramos allí
dentro. ¡¡Quiero ver un PANDAAAAAAAAAAA!! Aunque sea diminuto. (¿Alguien ha dicho FRIKI?)
La visita al Parque terminó visitando la zona Este del
parque. Donde pudimos ver, entre otras cosas, una zona en la que la gente
entraba y se podía pescar, unos recién casados haciéndose su álbum de fotos de
boda, una pagoda y a muchos chinos observando cómo paseábamos por allí.
¡Olé mis niñas guapas! |
Un lugar bonito y que hay que ver si vienes a Tianjin y
al que quiero volver para poder contemplar la belleza del parque y, sobre todo,
para visitar el zoo. Puede que entonces el parque no sólo me guste, sino que me
encante.
Friki!! és just la paraula que passava pel cap! :P
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